¿Y si comenzamos observando que cosas nos da la muerte, en vez de lo que nos quita?
Es un tema del que no se habla mucho, ni siquiera se piensa. Es un tabú. Nos meten muchísimo miedo sobre esto. Por eso, cuando pasan estas cosas no sabemos actuar, qué sentir, y menos cómo enfrentar el duelo. Es un tema muy importante para reflexionar al momento de buscarle un propósito a la vida.
Recuerdo que desde mi niñez, pensar en la muerte creaba una sensación de escalofríos. Tal vez no fuí introducida de la mejor manera, quizás es un tema difícil de presentar y profundizar. A través de los años, he logrado observar diferentes caras de la misma moneda. En diferentes etapas de la vida tenemos una sensación distinta hacia la muerte; cambia a través de los años. Cuando mueren personas cercanas, nuestra relación con la muerte también se transforma.
Al hablar de la muerte se quitan todos los velos de la vida, desaparece el ego. Luego, llegas a la verdad absoluta. Esto te lleva a descubrir quién realmente eres, algo que es valioso en sí mismo. Si nuestro propósito fuera vivir un día más, seríamos más felices, pues tendríamos la facilidad de sentirnos agradecidos diariamente por ese día más de vida.
Pudiéramos decir que una muerte “normal” es cuando se presenta en persona adulta que ya vivió muchos años. Pero, ¿qué pasa cuando ocurre con alguien que ha tenido una vida corta? ¿Cómo entender que la muerte de un niño de cinco años, es igual de perfecta que la muerte de un adulto? No hay manera de morir ni un minuto antes ni un minuto después. Existe un orden natural.
Cuando pensamos “no debió morir”, este pensamiento te lleva a un nivel donde no puedes sanar. Partir de la aceptación, nos permite un duelo más compasivo. Ya viene definido, venimos con un trabajo específico en esta vida y, al momento de realizar ese trabajo, regresamos al amor, cambiando del cuerpo humano hacia el amor incondicional.
Ese dolor tiene que quemar, su fuego es purificador hasta que se consuma, pues algo en nosotros muere en esa incomodidad, y algo nace de esa incomodidad. Un renacer. Y en esa noche oscura del alma nos preparamos para ver cómo Dios ama, y amar como Él ama. Pero atravesar esto es de almas muy valientes, almas especiales. El balance entre lo que es perfecto y lo que duele.
El duelo debe tomar expresión. Es tiempo de sentarse en silencio y hablarle al ser que trascendió. Agradecer por el tiempo que se tuvo juntos. Motivarlo a seguir su camino, sabiendo que los que se quedaron en la Tierra, crecemos en compasión y sabiduría. La mente racional puede que no entienda o acepte lo sucedido, pero nuestros corazones, si los mantenemos abiertos, van a encontrar su camino.
¿Y qué pasa si entendemos el dolor? Entendemos que todo es perfecto, aunque sintamos el dolor y vivamos el duelo en su máxima expresión. Eso es parte del rompimiento humano que nos lleva a una expresión máxima de vida.
Es muy fuerte para los que se quedan, algo parece morir en ti cuando soportas lo insoportable, pensando que no lo vas a lograr, con un sentimiento de desesperanza. Es una representación profunda de amor todo lo que involucra esta experiencia. Va mucho más allá del cuerpo y del espacio.
Recuerdo cuando me explicaron el significado de la palabra “resiliencia” como capacidad de adaptación, pero también sanar. Me hizo comprender que la mente puede que no deje de analizar, pero el alma y el corazón tienen la capacidad de sanar, de encontrar su camino intuitivo . Me hizo entender que el duelo se vive desde el corazón, no desde la mente.
¿Qué salto nos obliga a dar la muerte? ¿Qué aprendizaje nos da? Cuando la muerte este más cerca de mí, cuando esta transición suceda, quisiera ver hacia atrás y ver cómo le di energía a mi vida, que no procrastine, que no desperdicié mi energía en las personas equivocadas, que ame con el corazón abierto, ver que caí ocho veces y me levante nueve… ¡vivir todas las emociones que conlleva la vida !
Es una profundidad, en la que se puede sentir el amor real. El proceso del duelo es abrirte a la perspectiva de la vida . La muerte no es la pérdida más grande en la vida. La pérdida más grande en la vida es lo que se muere por dentro estando vivos
La muerte es uno de los temas más importantes para tener presente. No tenemos ningún día asegurado. ¡Estamos vivos hoy ! ¡Tenemos un día más ! La muerte me hace vivir más consciente, más cuidadosa. Y así, podemos vivir comprobando que todo es un regalo, una bendición, una oportunidad. ¡Sueña a lo grande! Usa tu energía lo más que puedas. A a través del tiempo, la energía cambia, ¡aprovéchala! Así lograrás que el miedo no te detenga para vivir.