Por Trini Castellanos

De las cualidades que más admiro en una persona, su transparencia y autenticidad se destacan como las más valiosas. De hecho, lo que me enamoró de mi esposo fue esa genuinidad que lo caracteriza como persona. Ahora, como maestra de yoga, es algo que busco constantemente proyectar: ser auténtica en mis enseñanzas.

En un mundo en el que Instagram nos bombardea con cuerpos y vidas “perfectas”, siento que la autenticidad se convierte en un símbolo de sinceridad y honestidad. La autenticidad actúa como una guía que nos ayuda a distinguir lo auténtico de lo artificial en un entorno saturado de imágenes cuidadosamente construidas.

Con tanto filtro y retoque, ¿quién puede cumplir con esas expectativas imposibles? ¿Qué pasa por tu mente cuando ves imágenes inalcanzables?¿Cuántas veces revisas una foto antes de subirla a las redes sociales? ¿Cuántos pensamientos sobre ti mismo vienen a tu mente cuando algo no te gusta en la foto? Ya sea la pancita, el brazo, la pierna, o cualquier otro detalle, todos enfrentamos esos momentos.

Es hora de valorar más la autenticidad, porque en este mundo de perfección fabricada, anhelamos algo real, algo genuino. Cuando se trata de dar clases de yoga, ser auténtico es la clave. No se trata solo de ejecutar posturas perfectas o de tener la flexibilidad de un contorsionista. Implica compartir desde el corazón, ser honesto acerca de tus propias luchas y éxitos en tu viaje con el yoga.

Los mejores maestros que he tenido son aquellos que no tienen miedo de mostrar su humanidad durante las clases y a quienes el ego no los domina. Me encanta ver la infinita variedad de cuerpos que se unen a mí en la práctica, cada uno único y diferente. El arte se manifiesta al ver la misma postura en diferentes cuerpos, lo que me recuerda que lo que funciona para ti puede que no funcione para mí.

Un auténtico maestro entiende esto y crea una clase inclusiva que se adapta a las necesidades individuales de sus estudiantes. La autenticidad también proviene de la experiencia personal. Cuando un maestro comparte sus propias historias de crecimiento y autoconocimiento a través del yoga, se convierte en algo más que un guía; se convierte en un mentor y un amigo en el viaje.

Las enseñanzas de un verdadero maestro son el reflejo de sus experiencias y aprendizajes, lo que lo hace único e irrepetible. Si eres maestro de yoga, te invito a regresar a tu esencia y enseñar desde ahí, porque es ahí donde encontrarás tu autorealización en este camino.

Namasté.

Por Trini