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Yoga no es para todos

Por: Alani Asturias

Cuando era pequeña el Yoga no era trending, no había redes sociales como hay ahora. Era escasa la información que estaba disponible para el público en general acerca del tema. Algún valiente daba clases en zona 1, una señora que le daba clases a mi abuela, junto a un grupo de señoras en su casa. Recuerdo que alguna vez entré a saludarla y la encontré de cabeza. Cuando pregunté con mucha curiosidad, me contó que estaba haciendo yoga. No me fue ajena la palabra, pero tampoco era algo que conocía o me interesaba conocer.

Una cosa que sí marcó para mí fue que a ella la secuestraron por mucho tiempo, en esa época que era muy común en Guatemala. Siempre dijo que meditar y hacer yoga fue lo que le permitió salir bien, aunque definitivamente es relativo y ha generado controversia en mi familia. En ese momento no sabía qué quería decir esto, pero muchos años de práctica después creo tener una mejor idea. Mi mamá también hacía yoga de vez en cuando con una amiga, aunque no era parte de su vida cotidiana. 

Por mucho tiempo tuve la idea que no era para mí, que era para señoras que no se ejercitaban, que querían estirar y un ejercicio tranquilo. Yo necesitaba algo que me retara, que me hiciera sudar, sentir que era fuerte e intenso. En mi niñez fui una persona muy activa. Estuve en equipos de fútbol, básquetbol, voleibol, softbol, natación, atletismo, bailaba, probé todo lo que había por hacer. Agradezco haber estudiado en un colegio que le daba tanta importancia a la parte física como a la parte académica. Eso definitivamente dejó una semilla en mí que no se apagó fácilmente.

En la adolescencia también probé no hacer nada, en parte por rebeldía y en parte porque bueno, hay que probar de todo en la vida. Mi alimentación era muy mala, a pesar del esfuerzo que mi mamá hizo por no darnos comida chatarra. Estándares de belleza inalcanzables inundaban todas las revistas y programas de televisión, especialmente para una adolescente latina en pleno desarrollo de todas sus curvas. La receta perfecta era no comer y hacer abdominales antes de salir, tampoco sabía mucho de la anorexia en ese entonces. 

Para mi buena suerte, un par de años después, mi cuerpo colapsó porque malos hábitos alimenticios, poca actividad física y estrés prolongado pasan la factura. Hoy agradezco que a mí me pasó la factura antes y no después, aunque en mi cuerpo quedó un daño que hoy me doy cuenta que es irreversible. En ese momento yo no pensaba en que todo se termina, que no sería jóven para siempre. Fue gracias a un excelente equipo de profesionales de salud, psicóloga y médicos especialistas, que me apoyaron en la recuperación, que entendí que lo que necesitaba era un cambio de estilo de vida y que la ausencia de enfermedad tampoco significa bienestar.

Regresé a comer bien y a la actividad física como parte de mi rutina diaria. Inicialmente busqué algo fuerte, retador y de moda, así que Crossfit fue el fit ideal. Con un poco de persuasión y por la dependencia económica, mi mamá me convenció a probar con yoga. Y en ese momento, era algo bastante más de moda y accesible también. La primera clase fue extremadamente retadora, fue el ego lo que me hizo regresar al mat, porque mi mente racional no entendía cómo o por qué algo que aparentaba ser tan suave, en realidad era de lo más difícil que había hecho. 

Debido a que siempre necesitamos algo, distinto existen tantos estilos de yoga. Hay estilos que son más fuertes y rápidos, hay estilos que son más suaves y meditativos. En nuestra vida atravesamos diferentes etapas y tenemos diferentes necesidades. A veces tuvimos un mal día y necesitamos una clase suave para terminar, a veces tenemos mucha energía y necesitamos sudar, sacarlo y dejarlo todo en nuestra práctica. Cuando somos jóvenes tenemos mucha energía Yang y necesitamos movernos, necesitamos lo intenso, necesitamos generar masa muscular.

Al alcanzar una edad mayor, tenemos más energía Yin y necesitamos cuidar el tejido profundo, flexibilizar y fortalecer las articulaciones. Lo constante en el Yoga entonces es que te pone en contacto con esas necesidades y te da las herramientas para poder atenderlas. Te invita a ser más consciente de ti y a que tu práctica evolucione constantemente, manteniendo solamente el compromiso con tu salud y la disciplina de la práctica. Uno de los maestros que más ha influenciado el yoga que conocemos hoy decía “el yoga es para todos, menos para los haraganes”.

Yo creo que el yoga no es para todos, definitivamente no es para los haraganes, pero tampoco es para quien no quiere sentirse mejor, para quien no está dispuesto a trabajar en su salud y sanar, no es para quienes no se atreven a ver hacia adentro y salir de su zona de confort. El yoga no es para los que no quieren conocerse, crecer, sanar y transformarse. Es para los que están dispuestos a cultivar esa capacidad de conectar con lo que tu alma necesita en un momento específico para trascender los diferentes niveles del cuerpo y cultivar una conciencia superior. 

Es una práctica de autoconocimiento, auto observación, es una práctica individual aunque a veces se practique de manera grupal, y tiene que ser guiada por un maestro que la pueda adecuar a la medida para funcionar mejor. Todos queremos lo bonito del yoga, pues sus entre sus beneficios se encuentran la pérdida de peso, tonificación muscular, reducción de niveles de estrés y ansiedad, especialmente ahora que es la generación que más se enfoca en la salud. Sin embargo, también es la cultura del consumo masivo, excesivo y automatizado. Las personas buscan que todo sea rápido, barato y sin ningún esfuerzo. Yoga no funciona así, pues justamente implica hacer el trabajo, moverse, pasar por lo incómodo. Es una ciencia funcional, no hay pastilla, inyección o programa para ver en el celular del que vayas a obtener los resultados.  

Una disciplina para todos los que estén buscando alguno de sus beneficios, pues se adapta a todas sus necesidades. Es bueno para los corredores, triatlonistas, ciclistas, futbolistas, empresarios, obreros, administradores, psicólogos, deportistas de alto nivel, personas con movilidad reducida, niños, adolescentes, flexibles, rígidos, sanos, enfermos. Yoga flexibiliza y fortalece los músculos, aumenta y mejora la capacidad pulmonar, ayuda a un mejor manejo emocional de la frustración, el estrés, entre otros. Ayuda a desarrollar el control emocional y la autorregulación. 

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